31 de mayo de 2017

El hostal de la Villa

Bienvenidos de nuevo a El rincón de Nata y Diegolate.

Hola queridos lectores, amantes y seguidores de la buena comida y como no de la buena cocina, hoy os traemos una nueva entrada a este blog, una muy especial, la cual teníamos muchas ganas de hacer, así que vamos a ello.

Hoy nos vamos hasta Molinos, comarca del Maestrazgo, provincia de Teruel, pequeño municipio donde se encuentran las famosas Grutas de cristal, situadas en lo alto del mirador de este magnífico pueblo, desde el cual nos presenta unas fantásticas vistas de la meseta, aunque de difícil acceso por las estrecheces de las calles, aun así merece la pena visitarlo por ver estas maravillosas formaciones geológicas.

Ahora vamos a lo que nos interesa realmente.

Había poca variedad de sitios para escoger en qué lugar nos daríamos un agradable banquete y decidimos entrar a El hostal de la Villa.

El menú del día estaba expuesto en una pizarra a la entrada del local y nos convenció.




Una vez en su interior se veía un local oscuro, lúgubre, con muestras de que necesitaba una limpieza urgente, pero tampoco había muchas opciones, así que adelante.

La camarera nos guió hasta el comedor, bastante espacioso e iluminado, situado al final de unas escaleras.

Y ahora sí amigos: comienza el show.

Nos sentamos y nos dijeron que de los platos que había en el menú dos de los primeros nos los tenían y dos de los segundos tampoco, lo cual defrauda sobremanera si es que habías entrado por alguno de ellos y ahora ya no lo tienes, y más por el hecho de que empezamos a comer justo cuando empezaban a servir comidas. Razón de más para tener todo a punto.

Nos decidimos por  los espárragos blancos con jamón y ensalada. Es cierto que no tenía mal aspecto en general, pero la mayonesa (esa masilla blanca que se ve a la izquierda que lo mismo que lo pones en un plato lo utilizas para sellar las juntas de las cañerías del fregadero) era de bote y lo que ellos llamaban ensalada eran dos hojas de lechuga mal contadas con un trozo de tomate. No hay ningún tipo de duda que se herniaron al hacer el plato.


(Primerísimas calidades decían)


De segundo, nos decantamos por las costillas de ternasco porque aunque tenía suplemento fue lo que vimos mejor después de que nos fallaran otros platos, y pensamos que sería lo que más a gusto comeríamos, ya que el ternasco lo traían en ese mismo momento. Todo hay que decirlo, pues cuando lo pedimos no lo tenían pero entre que nos comíamos el primero, llegó el ternasco. 

Sin embargo, igual dio: dos costillas pequeñas, quemadas, sosas y sin gracia, "Aquello en vez de comer parecía una autopsia".  No se esmeraron nada en hacerla. Se notaba a la legua que esa mañana la gente del restaurante había ido a cobrar, no a trabajar. Menudo bochorno.


No subo las fotos del ternasco porque quiero subir cosas llamativas y varias veces intenté subirlas pero me saltó el antivirus.

Mientras estábamos comiendo, veíamos la comida del resto de los comensales y lo mejor de todo: sus reacciones.

A nuestro lado, un anciano que comía solo, pidió croquetas, (sí, efectivamente, esas que no salen en el menú original). "Los reyes de la bechamel los llamaban", y le sacaron 3 croquetas pequeñas, normales y corrientes, sin olvidarnos de la guarnición: unas patatas fritas. Toma fritanga para el cuerpo.

Nosotros no pudimos evitar mirarnos. Quizás vosotros lo veáis normal, pero esto no había hecho más que empezar.

También, nos fijamos en lo que decía la gente o cómo actuaba. Vimos a varias familias que se miraban entre ellos con unas caras dignas de ser inmortalizadas: estaban con la boca abierta, indignados, quejándose, preguntándose los unos a los otros si eso podía ser normal.

Vimos los postres que pedían los de alrededor, y por lo que en parte, ponían semejante cara. Estos eran: sandía, melón y queso con membrillo. Nos percatamos del tamaño de la sandía y del melón. Eran rodajas casi traslúcidas. Decidimos no pedir fruta e inocentes de nosotros, pedimos queso con membrillo y recuerdo que cuando lo recibí estuve a punto de soltarle a la camarera: ¿estás de broma? ¿Te estás riendo de mí? Encima de que había pocos postres, que eran baratos y ninguno casero, la cantidad era irrisoria.


¿Qué nos viene a la cabeza cuando pensamos en este sitio? NADA BUENO.

1.- Decepción, indignación, vergüenza y risa.

2.- Trato al cliente: pésimo. Las camareras eran antipáticas y mostraron no tener vergüenza con los postres, que vimos que eran ellas las que los cortaban.

3.- Las presentaciones normales y corrientes. Las cantidades escasas y vergonzosas. En particular, los postres irrisorios.

4.- El precio del menú excesivo para la cantidad, la calidad y el servicio recibido.


No tenemos duda de que de todos los sitios a los que hemos ido, éste ha sido el peor de todos. No pensamos volver ni vamos a recomendar a nadie que vaya mientras no cambien de dueño.

3 comentarios:

  1. Que desastre Natalia, la verdad es que al ver las fotos parece de chiste, si me dices que es lo que te haces en tu casa un día que estas desganado tiene un pase, pero que se trata del menú de un restaurante es de pena, me parece que ese negocio se va a la ruina como no empiece a cuidar un poco mas lo que ofrece y como trata al cliente.
    Saludos
    ;)

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    Respuestas
    1. Un desastre completo. Sin duda, ha sido la peor experiencia que hemos tenido en un restaurante en todos los aspectos. Yo pienso lo mismo. Como no cambien un poco, mal lo tienen. No obstante, siempre habrá incautos que entren al estar en una zona turística y haber pocos sitios que elegir, ya que por fuera no tiene mala pinta, pero dentro... Es otro asunto.
      Un saludo Ana :)

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